Nos informa un amigo que un obrero que trabaja en la construcción de la nueva Plaza AEELA, en Hato Rey, se estacionó ilegalmente frente a una residencia y, en camino a la obra, peló un guineo y, en vez de botar la cáscara en un zafacón, la colocó graciosamente en un hueco en un árbol frente a la casa del vecino.
Por mala suerte –para el obrero– el vecino estaba en ese momento saliendo de su residencia y le pidió que no dejara la basura frente a su residencia. Él hombre ignoró al vecino y siguió rumbo a la obra donde trabaja para F&R Construction, bajo la supervisión del Ing. Fernando Márquez.
Posiblemente, el obrero, quien es procedente de Trinidad, pensó que en Puerto Rico las leyes no se dan a respetar, por lo que no prestó atención a las advertencias del vecino, quien seguidamente llamó la policía.
Luego de varios minutos, se presentó el policía municipal Dionisio Sánchez, del cuartel Hato Rey Este, bajo el mando del Teniente Jaime Pérez, y tomó la queja. Después de analizar la situación, el oficial le dio un boleto al automóvil del obrero por estar estacionado, ilegalmente. El costo del boleto: $75.
Más tarde, el oficial Sánchez pudo identificar al obrero quien regresó a su automóvil, y le ordenó al hombre a que sacara la cáscara de guineo de su aposento, o lo multaba por arrojar basura en la calle, lo que le hubiera costado unos $500 adicionales. El obrero por fín cayó en cuenta y sin protestar, se llevó su cáscara de guineo, además que tuvo que mover su automóvil de donde estaba estacionado, ya que, a la hora, el oficial Sánchez le hubiera citado con otro boleto por seguir estacionado ilegalmente.
Nos imaginamos que al terminar el día, el individuo pensó que definitivamente aquel guineo le costó muy caro. Estamos seguros que la próxima vez que ese señor se coma un guineo, él no se va a atrever a ensuciar nuestras calles ni nuestras aceras con su basura.
Eso, por lo menos, se lo podemos agradecer al oficial Dionisio Sánchez de la Policía Municipal que decidió esa mañana, dar a respetar la autoridad, las leyes y las ordenanzas de Puerto Rico.
sábado, 20 de septiembre de 2008
viernes, 19 de septiembre de 2008
Haciendo caca y pipí
¿A quién se le ocurre?
Me cuenta un amigo que él se pasa espantando a algunos vecinos que, sin tener consideración con los residentes de la urbanización, llevan sus perritos a orinar y a hacer caca frente a residencias ajenas.
Lo primero que mi amigo hace es llamarles la atención de una manera firme, pero cortés. Si las personas no se llevan sus animales a otro lado a hacer sus necesidades, nuestro conocido entonces les llama la atención, y les da a conocer las ordenanzas municipales que prohíben que dueños de perros dejen los “desperdicios” de sus mascotas regadas por las calles y las aceras de nuestra ciudad.
De estos vecinos inconsiderados no hacerle caso, mi amigo entonces los insulta y los humilla para así asegurarse que la próxima vez, esos vecinos inconsiderados lo piensen dos veces antes de llevar sus perros a orinar y a hacer caca frente a su residencia.
Eso nos pone a pensar: El orín y el desperdicio fecal de un perro es... un desperdicio. El que no sepa que tirar desperdicios en la calle está prohibido, es, en nuestra opinión, una persona que no conoce lo que es el deber cívico.
A nadie le gusta que las aceras, donde juegan nuestros niños... y por donde caminan los ciudadanos estén apestando a orín y llenas de mierda.
A nadie tampoco le puede gustar que un imbécil traiga sus animales a orinársele y a cagar frente a su residencia.
Nos preguntamos: ¿Por qué esa gente no hace que sus perritos orinen y hagan caca en su casa? ¿Por qué tiene que ser frente a casa de otra gente?
La falta de consideración y de sentido común de alguna gente nos sorprende de tal manera que hemos decidido publicar fotos de esas personas inconsideradas que llevan sus perros a orinar y a defecar frente a las residencias de otra gente; ensuciando las aceras de nuestra ciudad.
Estén pendientes a esta página para ver si reconocen a alguien.
Me cuenta un amigo que él se pasa espantando a algunos vecinos que, sin tener consideración con los residentes de la urbanización, llevan sus perritos a orinar y a hacer caca frente a residencias ajenas.
Lo primero que mi amigo hace es llamarles la atención de una manera firme, pero cortés. Si las personas no se llevan sus animales a otro lado a hacer sus necesidades, nuestro conocido entonces les llama la atención, y les da a conocer las ordenanzas municipales que prohíben que dueños de perros dejen los “desperdicios” de sus mascotas regadas por las calles y las aceras de nuestra ciudad.
De estos vecinos inconsiderados no hacerle caso, mi amigo entonces los insulta y los humilla para así asegurarse que la próxima vez, esos vecinos inconsiderados lo piensen dos veces antes de llevar sus perros a orinar y a hacer caca frente a su residencia.
Eso nos pone a pensar: El orín y el desperdicio fecal de un perro es... un desperdicio. El que no sepa que tirar desperdicios en la calle está prohibido, es, en nuestra opinión, una persona que no conoce lo que es el deber cívico.
A nadie le gusta que las aceras, donde juegan nuestros niños... y por donde caminan los ciudadanos estén apestando a orín y llenas de mierda.
A nadie tampoco le puede gustar que un imbécil traiga sus animales a orinársele y a cagar frente a su residencia.
Nos preguntamos: ¿Por qué esa gente no hace que sus perritos orinen y hagan caca en su casa? ¿Por qué tiene que ser frente a casa de otra gente?
La falta de consideración y de sentido común de alguna gente nos sorprende de tal manera que hemos decidido publicar fotos de esas personas inconsideradas que llevan sus perros a orinar y a defecar frente a las residencias de otra gente; ensuciando las aceras de nuestra ciudad.
Estén pendientes a esta página para ver si reconocen a alguien.
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